I
Ah vuelto recurrente e inesperada. Golpeó una puerta y alguien abrió.
Es la misma historia, sabe exactamente a dónde hay que ir. Sabe la hora, los lugares a los que acudir.
Nos pisa los talones, toda la vida nos pisa los talones hasta que nos alcanza. La infausta ni siquiera duda. Se agazapa, espera y salta justo a la yugular. Chupa y nos desgasta hasta vernos yacer en el suelo. Hasta que ya no tenemos fuerza para seguir. Hasta que ya no somos más nada.
Hoy han dejado de existir tantos. Se han desvanecido sus sueños, sus miedos, sus pecados y todo aquello que los ha conformado.
No es mejor, no habrá manera de superarlo. No deseamos lo que hay del otro lado, sólo lo desconocemos. Hasta hoy he creído que era un paso más. Uno hermoso y necesario. Ahora no puedo creerlo. No hay nada que refute la lozanía, nada que reemplace el calor.
No hay alegría en el polvo. No hay regreso de los gusanos. No queda nada por entender después que aquel punto. Es irreversible. Es inconsolable. Es el sin retorno. Es el fin de todos los caminos que han osado bifurcarse.
Ilustra Mark Rothko
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