Sin ideas


Alguna vez tuve ideas.
Claras, tal vez. Imbéciles, muy probablemente, pero ideas en fin.
¿Cuánto espacio le queda a mi mente?
No la he llenado aún. Y sé, me queda mucho por saber.

La noche eterna de dos horas


¿Qué soñé? ¿Qué fue real? Todos entendieron algo que nunca fue, algo que quizá nunca sea. Bebí de más, no quiero olvidar, esto es hermoso y quiero vivirlo todo. Las subsiguientes horas serán eternas y tan efímeras que no llegaré a tocarlas.
Ella me habló del lugar preciso donde él escribió aquel libro. Se relacionaba en incomparable manera a vos. A todo aquello que te rodea y te crea. Aquello que, sin proponérselo, te vuelve único. Hoy lo sé, voy a extrañarte el resto de la vida. Hasta que se consuman mis mañanas, hasta que encuentre el horizonte. No quiero aquello que todos pueden ver. Quiero lo profundo y más hermoso que fluye de un alma melancólica, de tus madrugadas a las orillas de la muerte.

Cumpleaños feliz


Hoy pensé todo el día. Por lo general me resulta difícil burlar a mi mente, casi tan difícil como burlar mi suerte. Pensé en los días que se me esfuman de las manos. Pensé en que cada vez me acerco más a la vejéz. Que me aproximo al fin de todo.
Por las horas del mediodía rocé la locura: creí en cuanto artista suicida conociese y los consideré, no con mucha eficacia. Dudé de la existencia de Dios, de un Dios. Apoyé a Nietzsche y dije: “Dios ha muerto”. Reevalué esto último, necesito creer en alguien o en algo superior. Lo reviví en mi mente otra vez. Estúpidamente, reviví a un Dios que no había matado en realidad.
Por la tarde me invadió la preocupación,le temí a todo; luego me sobrevino el amor más puro del mundo.
Esperé con ansias los saludos, los cumplidos y todas esas irónicas estupideces que la gente dice cuando cumples años.
Por la noche lo inesperado: alguien me enfrentó con una absurda verdad, dijo, de echo, la única verdad que me han dicho en todo el día; condeno el acto por que sé que hiere. Lo evalúo más tarde, lo veo con desdén, quizá mañana me sea vital.
Me pregunto una vez más qué me depara el destino, aunque ya no me importe mucho. Sé, no podemos escapar. Hoy murió el hombre de la vuelta de mi casa: lo odiaba. Pero me hizo pensar en la muerte y en sus vastas manera de llegar. Reveo el hecho de mi vecino y mi odio hacia él, ya no quiero odiar más. ¿De qué me serviría?. Vuelvo. La vida es corta, aún viviendo mil años - lo cual sería imposible-, así que, es demasiado corta. Sólo hay una manera de ser inmortal. No la he descubierto aún, o, mejor expresado, no la he puesto en práctica con esmero.
Ya me he calmado un poco. Si me acuesto ahora, dormiré algo así como cinco horas (eso contando con que la suerte esté de mi lado), nada mal para el día de mi cumpleaños. Nada mal para decidir vivir de nuevo y, definitivamente, nada mal para enfrentarse la vida con la cabeza rota.

Día 3: arrepentimiento



De todos tus papeles, el de la sagaz, era el que más me gustaba. Cuando no medías distancias y saltabas a un precipicio enorme y decadente. Cuando no tenías miedo, ni evaluabas consecuencias. Extraño ese papel, extraño la consciencia de la inconsciencia. Te veo, ahora, tan atemorizada, tan espantada por el dolor y, sobre todo, por la duda que genera enfrentarse a algo realmente nuevo. Me decepciona descubrir que la verdad en tu mente, no es más que dejarlo todo sin resolver. No es más que huir, a un campo desierto. No es más que vivir en un estado vegetativo. Por Dios!!! NUNCA quisiste esto. ¿ qué pasa? ¿Son los años, la vejez, el cansancio?
Yo soy vos. Lo he sido desde siempre, he sido tus espejos rotos, los retazos de tu alma. He sido tu nociones remotas, tu picardía a flor de piel, las madrugadas entre drogas y algodones.
Hemos sido lo mismo, un paraíso sin respuestas. La mañana en la que descubrimos lo bello de vivir. He sido tu vocación, tus infinitas manías, tu miedo a todo, tu putrefacción, el amor y las noches.
Yo, reina de las modificaciones, almaceno tus recuerdos, tus hipocresías, tus mentiras piadosas, tus almas en penas.
Yo soy vos, desde cada gota de sangre, desde los confines de los tiempo. Yo te exijo, te ordeno, imploro: NO ABANDONES AQUEL PAPEL. De todos tus papeles, el de la sagaz, era el que más me gustaba. Cuando no medias …

Día 2: Egos


Ahora lo pienso con más claridad. Con más claridad de la que tuve nunca en mi vida.
Realmente, por un momento no me conformé, ni lo hago ahora. Creí que el mundo era ser una estrella encantadora. Un ser capaz de dominar el cielo y la tierra. De someter todas las artes. De poseer todos los talentos. Creí que se podía ser Dios y ser feliz.
Hoy no creo que se pueda, porque tampoco lo pretendo. Es irónico cómo llega la lucidez a nuestras vidas. De repente ves aquello a lo que aspiras, respiras y te dices: "ya no lo quiero". No lo quiero porque es efímero. No lo quiero porque es estúpido. No lo quiero porque nunca sería tan imbécil para tolerar tal arrogancia. Porque no puedo volverme un rostro hermoso, ni un ser talentoso, sin escrúpulos.
No querría nunca que alguien diga que lo que yo digo es así ,sólo porque yo lo digo. Es una especie de ser un modelo de la nada misma y un ser insensible que se cree capaz de producir cualquier efecto. No hay una privacidad, como sí la hay en la idea de escribir algo, que nadie leerá.
No creo poder vivir de esa manera: destacar qué es lo injusto y qué lo correcto, pero, sin embargo, hacer todo lo contrario. Es fácil decir que lo que pasa en el mundo debe terminar, cuando se es tan estoico. Es sencillo, porque en esa “condición” nada importa.

Día 1: Dialogo interno


Y diré: “Todo lo que haga será por mí”. No olvidaré nunca que existen otros pero, no obstante, lucharé por mí. Defenderé mis ideales, izaré una bandera que proteja mi nombre. Erigiré una pared lo suficientemente alta para cuidar mi espíritu, más no capaz de aprisionar mi alma. Buscaré cualquier ocaso que quite los dolores, porque he venido a este mundo a vivir, he venido a ser.
Compartiré una nueva idea, en donde digo: cualquier cosas es mi mundo. Y todo lo que existe puedo conquistarlo. Me enalteceré tanto como me sea posible, sin olvidar lo insignificante que somos en el mundo. Quiero abrir las alas, quiero un alma que realmente pueda volar. Deberé conseguir otras alas, creo, perdí las originales.
No creo que importe cómo consiga las cosas, nunca seré tan despreocupada, ni tan hipócrita, ni tan idiota, ni tan malvada.
Aprendí a deshacer y crear todos los mundos: los paralelos, los efímeros. Aprendí a convivir con todos mis alteregos, con mis desmanes, con mis escenas, con los ensueños de las noches en velas, con los laberintos de arenas.
Ahora seguiré, enfrentaré está verdad, la verdad. Tomaré a belleza de conocer que el dolor, también puede ser bueno. La belleza de descubrir que desterrar los sueños más triviales, puede salvarme alguna vez.
Voy a vagar, lo sé. Voy a hacerlo hasta que descubra que no me equivoqué. Quizá nunca lo descubra. Pero algo he de aprender. Y con eso bastará para saber cuánto me equivoqué.
No es esto tan difícil, lo hacemos al menos miles de veces al día. Un par de millones de veces al año, y millones de millones de millones, mientras dura la eternidad.
Es simplemente desintoxicación, es desmembrar al mal, es sacarse los karmas, es simplemente poder decir adiós, es empezar desde los inicios.
Purificaré todo. Empezaré por mi cabeza, limpiaré mi alma. Extirparé odio alguno que quedó guardado. Desharé mis moldes, suicidaré las ideas poco nobles. No mentiré tan seguido, no fingiré tan seguido. Evitaré regurgitar ante las demostraciones insípidas de falsa idolatría, de falso amor, de falsa compasión.
Voy a reinventarme. Difícil tarea, no pienso cambiar lo que era