Desgrano tus palabras. Desde hace meses te transformo en mil maneras: te disfrazo, te maquillo, te purgo el corazón. Pero ya haz decubierto la clase de persona que soy, te comenté de mis talentos para destruir.
Navego tus mañanas, hasta acaricio tus costas, pero mi espíritu libre no sabe anclarte, no gusta de hacerlo.
Me distraigo, sólo por momentos me vuelvo cómplice de todo ésto. Y ya no sé en qué varía, en qué cambia un abrazo, en qué cambian tus labios.
Me voy convirtiendo en eso que odiás, eso que te repugna, será porque nunca puedo cambiar el sentido.
Inhalo, es casi el último aliento. Es que todo lo entendés mal. No creo poder decir nada, todo siempre se entremezcla cuando te hablo. Yo no sé decir adiós, pero es justo lo que debería.
La tarde estuvo pesada. Todo el día fue la tarde.
Lo que pasa es que siempre llego a lo mismo: vos y tu arte me fascinan.
Me fascina que estés tan loco. Y, a la vez, me enloquece que lo sepas con total certeza.
Estoy al borde de la edad Clave. De descubrir lo poco que hice durante estos 22 años. Me pesa el tiempo en los hombros. Finalmente me voy a decidir por el reloj de arena, es una de esas cosas que se me pone entre ceja y ceja. Todo se me pone entre ceja y ceja, todo se me vuelve un vulgar capricho.
Me está cansando un poco ésto. Me voy a comprar una cámara fotográfica profesional, parece que es la nueva moda.
Y de moda está también la no correspondencia. Me siento como un poema de A.P., Como un sueño entre cortado. Estoy como el fantasma de Akutagawa.
Estoy como no quiero, necesito soledad.
Lo que pasa es que siempre llego a lo mismo: vos y tu arte me fascinan.
Me fascina que estés tan loco. Y, a la vez, me enloquece que lo sepas con total certeza.
Estoy al borde de la edad Clave. De descubrir lo poco que hice durante estos 22 años. Me pesa el tiempo en los hombros. Finalmente me voy a decidir por el reloj de arena, es una de esas cosas que se me pone entre ceja y ceja. Todo se me pone entre ceja y ceja, todo se me vuelve un vulgar capricho.
Me está cansando un poco ésto. Me voy a comprar una cámara fotográfica profesional, parece que es la nueva moda.
Y de moda está también la no correspondencia. Me siento como un poema de A.P., Como un sueño entre cortado. Estoy como el fantasma de Akutagawa.
Estoy como no quiero, necesito soledad.
Ahora necesito que me ames, cambiarte el sexo y sentir que crezco en importancia dentro de tu pecho.
Necesito desvanecerme, perder peso, emborracharme hasta olvidar mis traumas.
Son las horas del sueño, me vuelvo un ser noctámbulo. Me pregunto si le temo tanto a la noche. Si realmente no quiero dormir, o si sigue asustándome la noche. Analizo la llave del gas, los vidrios, las pastillas, analizo el dolor (porque de eso también se puede morir). Decido, pierden sentido las cosas que siempre me han parecido tan reales. Pierdo sentido, nunca he sido real.
Me despido anticipadamente, me desprendo de mi Yo material y de mi Yo carnal, ahora soy sólo espíritu, y dudo ser uno muy libre.
Me despido con antelación, no digas luego que no te avisé. Sé que necesito un breve lapso para volver a ser efímera. Maldita auto-superación de aquellos días, que me hizo pensar que era un ser real.
Falta casi nada, el sol está próximo a mi ventana. Me pregunto si ellos se habrán sentido así alguna vez.
Sí, de seguro que sí. Pero a ellos los amparaba algo grande, algo que valía la pena. Ya nada me ampara, desde hace "lustros" nada me ampara. Nada me va a amparar tampoco.
Ya no resta sentido terrenal. Estoy en la proximidad del descenso, bajo y luego te cuento. Dudo que el reino se sienta muy mal, tampoco hará una fiesta. Pero claro, olvidé decirte antes: lo de la sangre azul fue sólo un espejismo. No te preocupes, mi sangre es roja, fluye como un mar por mi cuerpo (nunca he sido más trivial).
Ilustra Francesca Woodman, From Angel Series, Rome 1977-1978
Empiezo de nuevo
Desde los confines y los albores te llamo,
esbozo un gesto cotidiano y me retuerzo
por un sentimiento que no he sentido antes.
Resguardé mis cinco horas de sueño, te soñé cuatro horas y cuarenta y cinco minutos.
Se me vuelve obsesión el recuerdo.
Te cuento las pestañas, descubro la herencia
Te leo entre lineas, te leo el cuerpo y el alma
Te escucho en el silencio, ya he aprendido a entenderte hasta los gestos
Desde los confines y los albores te llamo,
esbozo un gesto cotidiano y me retuerzo
por un sentimiento que no he sentido antes.
Resguardé mis cinco horas de sueño, te soñé cuatro horas y cuarenta y cinco minutos.
Se me vuelve obsesión el recuerdo.
Te cuento las pestañas, descubro la herencia
Te leo entre lineas, te leo el cuerpo y el alma
Te escucho en el silencio, ya he aprendido a entenderte hasta los gestos
He abandonado el vegetarianismo, sólo me he vuelto caníbal. Por eso, te arranco el corazón con mis propias manos. Sin decidirlo, te extraigo la poca alegría que te doy.
Te estrujo el cuerpo y el alma, te martillo la cabeza, te la destrozo con mis puños y te arranco con los dientes tus arterias.
A cada palabra te empujo al abismo. De seguro te coquetea la muerte por las tardes, cuando cae el sol, cuando notás lo depresivo del silencio que te invade. Lo hacés justo cuando acabo de dedicarte un cuadro de Chagall. Lo hacés cuando te olvidás que ya te comenté que me pesa el amor, que me arrincona el tiempo, que me asustan los años.
Te estrujo el cuerpo y el alma, te martillo la cabeza, te la destrozo con mis puños y te arranco con los dientes tus arterias.
A cada palabra te empujo al abismo. De seguro te coquetea la muerte por las tardes, cuando cae el sol, cuando notás lo depresivo del silencio que te invade. Lo hacés justo cuando acabo de dedicarte un cuadro de Chagall. Lo hacés cuando te olvidás que ya te comenté que me pesa el amor, que me arrincona el tiempo, que me asustan los años.