He abandonado el vegetarianismo, sólo me he vuelto caníbal. Por eso, te arranco el corazón con mis propias manos. Sin decidirlo, te extraigo la poca alegría que te doy.
Te estrujo el cuerpo y el alma, te martillo la cabeza, te la destrozo con mis puños y te arranco con los dientes tus arterias.
A cada palabra te empujo al abismo. De seguro te coquetea la muerte por las tardes, cuando cae el sol, cuando notás lo depresivo del silencio que te invade. Lo hacés justo cuando acabo de dedicarte un cuadro de Chagall. Lo hacés cuando te olvidás que ya te comenté que me pesa el amor, que me arrincona el tiempo, que me asustan los años.
¿Decís que el problema está en mi? En mi sensor de percepción.
Te confieso que te leo varias veces seguidas, y todavía no encuentro la alegría en tus palabras.
Vamos, es un feriado católico. Hay que ponerse la mochila de las culpas eternas y vestir el arbolito de rojo y dorado.
Te quiero más cuando almorzas soja y te reís un poco del resto del mundo.
Bueno, fe de erratas:
Vendría a ser CENSOR, pero creo que se entiende de todas formas.
Cioran decía que a veces dan ganas de ser canibal, no por el placer de comerse a alguien, sino por el placer de vomitarlo...