El hombre está loco y yo, amo su locura. Traté y traté de evitarlo, pero en vano lo he hecho. Primero pensé que era algo así como el destino, como los caminos que estaban predestinados a cruzarse, como los desiertos que no saben de formas o huellas. Creí que una especie de fuerza natural, guiada por un algo místico, nos acercaba y unía.
Tal vez ahora veo con claridad. No hay misterio tras las obsesiones, no hay caminos más que los inventados y el destino no juega de mi lado.
Pero, ¿qué es la claridad? ¿Hay alguien que pueda asegurarlo?. Pues yo no. La claridad podría ser la que sentí la noche en la que me enfrenté por primera vez a la belleza de su creación, ¿porqué no?. O podría ser la tarde en que lo vi por vez primera. O el hecho, los hechos, que me hicieron pensar que algo así existía.
La claridad puede ser la mía o la de él. Puede ser habernos perdido toda la vida, caminando en círculos de 300 metros a la redonda. O tal vez ser dos polos exactos en un mundo imperfecto.
Un día me emborraché, escribí estupideces y se las envié. El infausto no atinó siquiera a responder, ¿es eso claridad? Pues claro, mi claridad de lo más sincero que he dicho, porque no podía ocultar nada. Su claridad de abstenerse a decir una mentira.
En definitiva, existe una claridad, que es tan poco clara que podría pasar toda la vida tratando de hallarla. No tengo toda una vida, o sí. Pero ya no es toda, eso, querido, te lo puedo asegurar.
Hoy entendí mal,
O creí hacerlo.
Me levanté al alba
Y encendí un cigarro,
Lo recordé todo.
Sobre todo lo trivial
y bonito de la vida.
Te entendí mal,
Pero era aún peor.
No seremos nunca tan intensos,
Y de lo nuestro nos perderemos.
Hoy busqué el último sueño,
Te vi en el mejor cielo.
Fui lo que fuimos,
En alguna primavera.
Te doy mi mano,
Nunca voy a soltarte.
Ni voy a dejar de ser.
Es un nuevo camino,
Y otra forma de ver.
Te entendí mal,
Pero era aún peor.
No seremos nunca tan intensos,
Y de lo nuestro nos perderemos.
Voy a sembrar un millón de libros y quizá, sólo quizá, luego regrese.
No lo garantizo. Por eso, baja las persianas por las dudas.
Voy a recorrer un nuevo camino, seguro será el de los tropiezos.
Ella dijo: “Antes de dormir, piensa fuertemente en algo que quieras mucho luego, suéñalo.
Yo le dije: “No quiero más sueños, querida, quiero que sean reales.
Bromeé diciendo: “Voy a suicidarme”.
La muy necia lo creyó.
No te preocupes, querida, nadie habrá que ame la vida más que yo.
Voy a dejar de pensar un poco en todo, quizá logre madurar.
Y cuando me apure el ocaso, voy a ser alguien diferente, pero siempre siendo yo.
Voy a desmerecer mis próximos cien impulsos, siempre me llevan por senderos equívocos.
Voy a despertar en una colina y voy a saltar a cualquier otro río.
Va a dejar de existir toda melancolía.
Va a expirar cualquier dolor.
Voy a empezar todo de nuevo, hasta poder decirte adiós.
No corras hacia lo inevitable.
No huyas de las noches errantes.
No te escondas en la muerte que sueñas.
No pienses demasiado sobre lo que nunca ha sido.
No te ocultes tras las mañanas soleadas.
No duermas más de seis horas.
No sufras por lo humano de la humanidad.
No seas amigo de todos.
No regales tu corazón a cada paso.
No pintes las paredes de la calle.
No te aburras tan pronto de lo que haces.
No maldigas el tiempo que corre.
No duermas en las horas del día.
No corras del destino que toca.
No te conformes con lo que llega.
No te emborraches con el vino perdido.
No maniquees con los padeceres.
No destruyas lo que aún no tenemos.
No te encapriches con las figuras.
No robes las tormentas que se avecinan.
Pero, sobre todo, no te olvides tan pronto de mí.
No quiero mentirte, mucho menos mentirme, ni inventar otro camino.
Durante toda la tarde escuché a Silvio
y me hundí en su melancolía,
Y pensé, cuando la muerte te succiona, querido,
Te ves ansioso de eso que nunca te llega
Y sos tan igual al cielo de la primavera,
y yo que quiero perderme en esta esfera
Ya no importan los millones de años que,
sin saberlo,escuchaste del otro lado de la puerta
Ya no soy un ser al que le queden demasiados años
Ya no soy lo que esperás
Estoy en el estado poco ocurrente
culpo a la humedad del día,
pero sabemos que la única humedad es la de mi cerebro
Cómo evitar sumergirme en este vendaval y
arrastrarme hasta los rizos de tu cabeza.
Será un día más perdido, talvez, hasta una vida
Pero ese es el punto, querido, no quiero perderme más en este mundo ridículo.
No temas por mí, ya bastante he esperado
Y bastante lo he querido. Desvanecen mis ojos de admirar la belleza que irradian esas manos llenas de la natural eficacia de la cual, a menudo, te quejas.
. .
Ni enloquezcas con lo que no llega,
Ni te resignes con lo que aún no fue.
Herramos en hermosos laberintos
Y a menudo solemos perdernos
Ah ya no creo en el azar
Todo fue hecho desde antes
Cuántas calles iguales habremos caminado
Cuántos cielos iguales habremos invocado
Ni enloquezcas con lo que no llega,
Ni te resignes con lo que aún no fue.
Herramos en hermosos laberintos ,
Y a menudo solemos perdernos.
Tenemos el común de los años invertidos
Tenemos las risas, los misterios y los secretos
Habré hablado de más muchas veces
Pero al menos, he dicho cuanto creí.
Ni enloquezcas con lo que no llega,
Ni te resignes con lo que aún no fue.
Herramos en hermosos laberintos
Y a menudo solemos perdernos
Sometida de vez en cuando a la melancolía,
He deseado tus bellezas.
Imposible evitar el oasis que haz creado.
Aquel en medio del peor de los desiertos,
En el que navegué tan ciega, sin verte jamás.
Suena a queja, pero no lo es.
Las mañanas gozan de otros colores
y los 300 metros se han vuelto demasiado mitigables.
En cuántos laberintos me habré perdido
y aún así no podría haberte evitado
Vierte el mundo los colores sobre mí.
Cae una luna inmensa en mi espalda
Tan inmensa ha de ser, que es imposible deslizarme
Camino muchos caminos.
Me pierdo en uno o en cualquiera de ellos
Me pierdo y camino.
Me pierdo en uno o en cualquiera de ellos
Me pierdo y camino.
Doy vueltas.
La ciudad ha sido siempre un mapa irreal
De lo que nunca podré poseer por completo.
La ciudad ha sido siempre un mapa irreal
De lo que nunca podré poseer por completo.
Tal vez siempre fuiste una voz, quizá una mancha.
Lo fuiste en esta a vida que es sólo un segundo
Que es sólo un lugar en el cual coincidimos.
¡Qué extraño es todo aquí!,
empero, no lo quiero revertir
Camino muchos caminos.
Me pierdo en uno o en cualquiera de ellos
¿En cuántos me habré perdido?
Me pierdo y camino.
Y ahora que acaricio la locura
Justo ahora , cuando quiero saberlo todo
¿Cómo tus ojos se volvieron fuego,
Si siempre supieron ser océanos?
Y ahora que las cuatro paredes parecen una prisión,
Que contienen el alma en pena que no logra escapárseles.
Que contienen el alma en pena que no logra escapárseles.
Hasta mi mente es una prisión
Y ahora que el peso de los años cae sobre mi cabeza.
No estamos de acuerdo, querido.
Porque nunca lo hemos estado,
Porque este no es el momento
¿Cómo tus ojos se volvieron fuego,
Si siempre supieron ser océanos?
Dame tres días
Dame una vida
Venzamos los 300 metros que siempre nos separaron
Si siempre supieron ser océanos?
Dame tres días
Dame una vida
Venzamos los 300 metros que siempre nos separaron
Cómo tus ojos se volvieron fuego
Si siempre supieron ser océanos
Si siempre supieron ser océanos
Dame los caracoles de las noches en vela.
Y la embriaguez de tus alientos.
Dame el sentido común de tus palabras.
Es fácil, ahora lo entiendo. Yo también he estado amenazada
Y la embriaguez de tus alientos.
Dame el sentido común de tus palabras.
Es fácil, ahora lo entiendo. Yo también he estado amenazada
La marca del final, no siempre la veo.
Aún recuerdo aquellas lágrimas que solté insolente aquellas tarde de 1900,
Aquellas en las que ustedes, hastiados de mí, ni siquiera repararon.
No necesito más, ni siquiera más palabras necesito.
No serán lo mejor, no serán los mejores
Pero no se molesten, yo tampoco lo soy, ni lo he sido
Perdí los límites hace mil años atrás.
Me escondí detrás de las piedras
Cada mística tarde ha sido el escudo que me ocultó de mí misma.
Pero en cada calle, en cada sitio, en lo más recóndito de los corazones
He nacido para presenciar este momento glorioso.
He nacido para encontrarlos en los malditos bares.
He venido al mundo para cumplir mi tarea,
de convertirme en un ser capas de transformar sus vidas.
Cuando la vida nos pase por encima
Cuando nuestros rostros infelices acepten la verdad.
Cuando se vayan uno a uno
Y los recuerdos no sean más que nubes de terciopelo en nuestras mentes,
Volveremos a hablar.
Volveremos a vernos las caras, que antaño, nos hicieron tanto bien.
Volveremos a verlo todo
Seremos arena, capaz de arrastrarse con el viento,
Y cruzar todos los desiertos del mundo para hallar el camino
Seremos agua, capaz de caer en la más hermosa lluvia de verano
Y descenderemos para cubrir los hombros del otro
Seremos las palabras, que viajan de libro en libro,
de boca en boca y de mente en mente
Seamos, Vivamos
La vida, la vida una droga que canula mis venas.
Es tan fácil ser feliz, y siempre complicándolo tanto. ¿Conocerás la felicidad? …
De las noches de encierro y llanto nada queda. No queda tu nombre ni tu vos, ni siquiera me guardo los recuerdos, que a menudo llevo conmigo.
De los inextricables días, nada me queda. De cuando las cuatro paredes de mi habitación eran todo lo que me contenía en el día ¿y por la noche?. .. Por las noches el mundo entero era el límite. De esos, esos días nada me queda.
Y de tu boca que ocasionalmente supo ser mía, nada me no hay na ya. De la mirada más ingrata que me regalaste entre risueñas copas, nada, pero absolutamente nada, pude guardarme.
Cuando vuelva mil siglos atrás, cuando compruebe que eso es más que imposible, seguro estará bien despertar, descubrir que el mundo se va.
De las mañanas en que los benditos rayos del sol me daban la bienvenida de la calida calle, posiblemente nada retenga. Cuanto menos de los nombres que amé y que hoy ya no son nada. Cuanto más de esas voces que juraron todo.
De los ánimos que quiero recobrar, del sucio rock y las frías calles, de que me amparen tus sabios y drogadictos consejos, de que me brindes lo más hermoso que brotó de tu piel, de eso nada creo recuperar.
Tus ojos, cuando me dabas las pocas buenas noches que me dabas, las veces que me diste y me quitaste la vida, de seguro, y sobre todo, eso nunca me lo vas a devolver. Perderme en la calle más desierta. Desear escribirte el libro de tus sueños, y leerte a tu odiado Borges. Entre lo que nunca voy a recuperar está tu mano que me puso el collar, el cual creo tampoco voy a encontrar.
De los pecados más hermosos que seguro llevo, y que siempre me traen el dolor de haberlos deseado, te llevo a vos. Ser único, entre los seres de la tierra, quizá el menos perdido del mundo, pero el error, ese error, de seguro ya lo hemos perdido.
Blanco, blanco y negro, amarillo o naranja, gris pálido e infelices, todos ellos. De sus arrumacos y del amor que les juré, nada queda en mi corazón. De sus pieles y sus ásperas lenguas nada dejé dentro de mi.
Nada puede haberme quedado al final. Y hoy, sabés ser un lindo verdugo que muta y se convierte en mi, y en todos mis alteregos.
Es tan fácil ser feliz, y siempre complicándolo tanto. ¿Conocerás la felicidad? …
De las noches de encierro y llanto nada queda. No queda tu nombre ni tu vos, ni siquiera me guardo los recuerdos, que a menudo llevo conmigo.
De los inextricables días, nada me queda. De cuando las cuatro paredes de mi habitación eran todo lo que me contenía en el día ¿y por la noche?. .. Por las noches el mundo entero era el límite. De esos, esos días nada me queda.
Y de tu boca que ocasionalmente supo ser mía, nada me no hay na ya. De la mirada más ingrata que me regalaste entre risueñas copas, nada, pero absolutamente nada, pude guardarme.
Cuando vuelva mil siglos atrás, cuando compruebe que eso es más que imposible, seguro estará bien despertar, descubrir que el mundo se va.
De las mañanas en que los benditos rayos del sol me daban la bienvenida de la calida calle, posiblemente nada retenga. Cuanto menos de los nombres que amé y que hoy ya no son nada. Cuanto más de esas voces que juraron todo.
De los ánimos que quiero recobrar, del sucio rock y las frías calles, de que me amparen tus sabios y drogadictos consejos, de que me brindes lo más hermoso que brotó de tu piel, de eso nada creo recuperar.
Tus ojos, cuando me dabas las pocas buenas noches que me dabas, las veces que me diste y me quitaste la vida, de seguro, y sobre todo, eso nunca me lo vas a devolver. Perderme en la calle más desierta. Desear escribirte el libro de tus sueños, y leerte a tu odiado Borges. Entre lo que nunca voy a recuperar está tu mano que me puso el collar, el cual creo tampoco voy a encontrar.
De los pecados más hermosos que seguro llevo, y que siempre me traen el dolor de haberlos deseado, te llevo a vos. Ser único, entre los seres de la tierra, quizá el menos perdido del mundo, pero el error, ese error, de seguro ya lo hemos perdido.
Blanco, blanco y negro, amarillo o naranja, gris pálido e infelices, todos ellos. De sus arrumacos y del amor que les juré, nada queda en mi corazón. De sus pieles y sus ásperas lenguas nada dejé dentro de mi.
Nada puede haberme quedado al final. Y hoy, sabés ser un lindo verdugo que muta y se convierte en mi, y en todos mis alteregos.
15 de abril, día soleado. El cielo despejado le daba a Adela la sensación de estar de vacaciones. Pero el día la traicionaba, porque a diferencia de lo que la hiciera pensar, y aunque quisiera creer que se hallaba en su Nogoyá querido, esa sensación estaba muy lejos de la real.
-¡Bourdin!, ¿Bourdin? . Pase, siéntese en la camilla. ¿Cómo anda?
- Muy bien, doctor. A parte el día ayuda.
-Y … dígame, ¿qué la trae aquí?
-En realidad no es nada, sólo una pequeñas molestias. Pero a mi edad, vió como es, todo parece tremendo.
-¿Sabe que vamos a hacer?, le vamos a dar una orden para una ecografía, por las dudas. No vaya a ser cosa que …
23 de abril. 7:45 horas, el teléfono suena con una música histérica que saca a Adela Y A Brin de la cama. Desde luego ese era el propósito que debía cumplir esa mañana.
-Odio estos aparatos nuevos
-Igual en algún momento nos teníamos que despertar. ¿Estas preocupada, nerviosa?
-No, querida
Una hora más tarde, nieta y abuela entran en la clínica. Una hora y media después de haberse despertado Brin es citada por el médico para hablar de su abuela. Una hora y cuarenta y cinco minutos después Brin sale del consultorio. Adela la espera afuera. Brin la evita con la mirada, camina de su brazo, pero sin decirle de qué hablaron con el doctor.
¿Pasó algo?, pregunta Adela
Brin lo piensa dos segundos y esboza una muy mal esbozada sonrisa. Cómo mentirle. Adela la había prácticamente criado, cuando su madre se había ido a recorrer el mundo con esos charlatanes, luego de que su padre los hubiera abandonado a los tres (contanto a Paul, su hermano). Cómo mentirle a esa mujer maravillosa que la había amado más de lo que se había amado a ella misma.
-Nada abuelita, no pasa nada. Recién en un mes tenés que volver.
“Nada abuelita, nada”. Si al menos se le ocurriera algo mejor. No pasa nada. Lo que tendría que decir: ya no hay nada más que hacer. La decisión la toman otros, Adela muere pero nunca confiesa sus arrepentimientos, quizá nunca supo que su corazón estaba a un paso de detenerse.
André: 48 años, separado, dos hijos, nueva pareja, tez morena, verborrágico, insoportable en ocasiones, completamente solo en el mundo.
El cigarrillo de los 9 año, el principio de su inevitable final.. Ahora, después de casi cuarenta años de vicio, el alquitrán, el hidrocarburo, la nicotina, el neuroendocrino, el fenol, el cresol, la naftilamina, entre otros componentes, por fin habían hecho efecto. Cáncer, diagnosticó el doctor. Nada debió preguntar André. Sencillo: de pulmón, se dijo a sí mismo. Ya no hay nada que hacer, se repetió cada mañana y cada noche siguientes.
La reacción fue única. Su silenció era lo mejor que tenía. Las noches lo encontraron siempre en su casa en una completa y aliviante soledad. Justo como quería estar cuando se separó de su esposa, y justo como quería estar cuando dejó a sus hijos abandonados. Pero, no como esperaba estar en las vísperas de su muerte. Tal vez lo merezco. Sí, seguro lo merezco, se repetía durante toda la noche.
Evaluaba las cosas y ya no tenía duda alguna, solo y en silencio decidió afrontar las cosas. ¿Para qué decírselo a alguien?. Quizá siempre supo, o quizá sospechó de ante mano, que nadie acudiría. Mala suerte, además mamá también murió de cáncer. No hay chances. ¿Porqué decírselo ahora a los chicos?. En ningún momento tuvo duda alguna, es el mal karma que acompañó a la familia desde siempre, desde las tristes tardes con Adela, desde los días plagados de odio a la maldita vieja. <>, entre piensa y regaña. Hasta su enfermedad le fue vedada, para que no sufriera. Pensar que nadie tuvo porque saber su verdad y con un mísero acto de voluntad logró redimirse. La muy maldita murió y hasta la extrañan.
Mala la suerte de André, los vestigios del odio que su propia madre fomentó, no hicieron más que dejarlo morir sólo y totalmente conciente de su enfermedad. Hasta el último momento supo que había llegado el final.
-¡Bourdin!, ¿Bourdin? . Pase, siéntese en la camilla. ¿Cómo anda?
- Muy bien, doctor. A parte el día ayuda.
-Y … dígame, ¿qué la trae aquí?
-En realidad no es nada, sólo una pequeñas molestias. Pero a mi edad, vió como es, todo parece tremendo.
-¿Sabe que vamos a hacer?, le vamos a dar una orden para una ecografía, por las dudas. No vaya a ser cosa que …
23 de abril. 7:45 horas, el teléfono suena con una música histérica que saca a Adela Y A Brin de la cama. Desde luego ese era el propósito que debía cumplir esa mañana.
-Odio estos aparatos nuevos
-Igual en algún momento nos teníamos que despertar. ¿Estas preocupada, nerviosa?
-No, querida
Una hora más tarde, nieta y abuela entran en la clínica. Una hora y media después de haberse despertado Brin es citada por el médico para hablar de su abuela. Una hora y cuarenta y cinco minutos después Brin sale del consultorio. Adela la espera afuera. Brin la evita con la mirada, camina de su brazo, pero sin decirle de qué hablaron con el doctor.
¿Pasó algo?, pregunta Adela
Brin lo piensa dos segundos y esboza una muy mal esbozada sonrisa. Cómo mentirle. Adela la había prácticamente criado, cuando su madre se había ido a recorrer el mundo con esos charlatanes, luego de que su padre los hubiera abandonado a los tres (contanto a Paul, su hermano). Cómo mentirle a esa mujer maravillosa que la había amado más de lo que se había amado a ella misma.
-Nada abuelita, no pasa nada. Recién en un mes tenés que volver.
“Nada abuelita, nada”. Si al menos se le ocurriera algo mejor. No pasa nada. Lo que tendría que decir: ya no hay nada más que hacer. La decisión la toman otros, Adela muere pero nunca confiesa sus arrepentimientos, quizá nunca supo que su corazón estaba a un paso de detenerse.
André: 48 años, separado, dos hijos, nueva pareja, tez morena, verborrágico, insoportable en ocasiones, completamente solo en el mundo.
El cigarrillo de los 9 año, el principio de su inevitable final.. Ahora, después de casi cuarenta años de vicio, el alquitrán, el hidrocarburo, la nicotina, el neuroendocrino, el fenol, el cresol, la naftilamina, entre otros componentes, por fin habían hecho efecto. Cáncer, diagnosticó el doctor. Nada debió preguntar André. Sencillo: de pulmón, se dijo a sí mismo. Ya no hay nada que hacer, se repetió cada mañana y cada noche siguientes.
La reacción fue única. Su silenció era lo mejor que tenía. Las noches lo encontraron siempre en su casa en una completa y aliviante soledad. Justo como quería estar cuando se separó de su esposa, y justo como quería estar cuando dejó a sus hijos abandonados. Pero, no como esperaba estar en las vísperas de su muerte. Tal vez lo merezco. Sí, seguro lo merezco, se repetía durante toda la noche.
Evaluaba las cosas y ya no tenía duda alguna, solo y en silencio decidió afrontar las cosas. ¿Para qué decírselo a alguien?. Quizá siempre supo, o quizá sospechó de ante mano, que nadie acudiría. Mala suerte, además mamá también murió de cáncer. No hay chances. ¿Porqué decírselo ahora a los chicos?. En ningún momento tuvo duda alguna, es el mal karma que acompañó a la familia desde siempre, desde las tristes tardes con Adela, desde los días plagados de odio a la maldita vieja. <
Mala la suerte de André, los vestigios del odio que su propia madre fomentó, no hicieron más que dejarlo morir sólo y totalmente conciente de su enfermedad. Hasta el último momento supo que había llegado el final.
impresiones: el día que conocí al diablo
Por
Sabrina Romero
a las
17:50
No podría contar nada de ese día hasta cinco minutos antes de que ocurriera el “encuentro”.
Mi hermana, mi padre y yo, corríamos por la casa cual tierna escena de película.
Los tres, jugábamos a ser felices, al igual que lo hacíamos todos los viernes por la noche. Nos escondíamos, nos asustábamos, corríamos de un lado al otro de la casa, que para nosotros, sus únicos tres habitantes, era demasiado inmensa.
De repente los perdí de vista, era como si se los hubiera tragado la tierra, como si nuevamente me abandonaran. Entonces, entré en el pánico que aún hoy siento cuando me encuentro o me creo sola en el mundo. Corrí a uno de los cuartos. No lo recuerdo con exactitud, pero debajo del colchón había alguien. En ese momento estaba segura de que eras vos. Despacio comencé a acercarme a la cama, hasta que de pronto, de atrás de una pared saliste.
Tal vez no era el diablo, pero la mente confundida de una nena de 4 años, que apenas podía hablar y que era asquerosamente dependiente, asumió que el que estaba debajo del colchón era el diablo, porque te aseguro que no eras vos. Por muchos años le temí a ese cuarto. Aún hoy la piel se me eriza cuando estoy cerca. No lo sé, quizá sí estaba, quizá ya no sos vos desde aquel confuso día, quizá sos vos el diablo o al menos mi diablo … pero ¿si no lo tenés vos, lo tendré yo?
Mi hermana, mi padre y yo, corríamos por la casa cual tierna escena de película.
Los tres, jugábamos a ser felices, al igual que lo hacíamos todos los viernes por la noche. Nos escondíamos, nos asustábamos, corríamos de un lado al otro de la casa, que para nosotros, sus únicos tres habitantes, era demasiado inmensa.
De repente los perdí de vista, era como si se los hubiera tragado la tierra, como si nuevamente me abandonaran. Entonces, entré en el pánico que aún hoy siento cuando me encuentro o me creo sola en el mundo. Corrí a uno de los cuartos. No lo recuerdo con exactitud, pero debajo del colchón había alguien. En ese momento estaba segura de que eras vos. Despacio comencé a acercarme a la cama, hasta que de pronto, de atrás de una pared saliste.
Tal vez no era el diablo, pero la mente confundida de una nena de 4 años, que apenas podía hablar y que era asquerosamente dependiente, asumió que el que estaba debajo del colchón era el diablo, porque te aseguro que no eras vos. Por muchos años le temí a ese cuarto. Aún hoy la piel se me eriza cuando estoy cerca. No lo sé, quizá sí estaba, quizá ya no sos vos desde aquel confuso día, quizá sos vos el diablo o al menos mi diablo … pero ¿si no lo tenés vos, lo tendré yo?
Ni un monstruo encerrado en su cueva
Ni un yuyo enterrado en la tierra
Ni migajas de inspiración
Ni restos de sueños perdidos
Ya fui ceniza, quizá bruma, nieve, algas, mar, lluvia
o cualquier fenómeno capaz de mutar en mil formas.
Fui de la tierra, descendí al infierno
Volé por un cielo infinito
Caí en volcanes y me deshice una y mil veces.
Levanté vuelo, fui un pájaro, fui el sol,
Quizá un ángel y hasta el mismísimo Dios.
Bellas maneras de pensar en un mí, pero poco prácticas
No soy más que el vestigio de millones de odios, la inconciencia y el dolor
De una, dos y hasta me atrevería a decir, tres generaciones.
Puedo inventar y hasta fingir ser el ser más pleno, bello y útil de la tierra
Pero la realidad es impenetrable.
Por eso invento un sueño , viajo, vuelo
Puedo ser vos, puedo ser yo, vivir, revivir,
morir en un sueño o en la mismísima realidad.
Ni un yuyo enterrado en la tierra
Ni migajas de inspiración
Ni restos de sueños perdidos
Ya fui ceniza, quizá bruma, nieve, algas, mar, lluvia
o cualquier fenómeno capaz de mutar en mil formas.
Fui de la tierra, descendí al infierno
Volé por un cielo infinito
Caí en volcanes y me deshice una y mil veces.
Levanté vuelo, fui un pájaro, fui el sol,
Quizá un ángel y hasta el mismísimo Dios.
Bellas maneras de pensar en un mí, pero poco prácticas
No soy más que el vestigio de millones de odios, la inconciencia y el dolor
De una, dos y hasta me atrevería a decir, tres generaciones.
Puedo inventar y hasta fingir ser el ser más pleno, bello y útil de la tierra
Pero la realidad es impenetrable.
Por eso invento un sueño , viajo, vuelo
Puedo ser vos, puedo ser yo, vivir, revivir,
morir en un sueño o en la mismísima realidad.
Hoy necesito llorarlo todo.
Dejarte ir.
Necesito dejar de pensar en las cosas y que me abandones de una vez.
Quiero que te esfumes antes de que empiece noviembre,
No expliques, no digas nada
Sé de más el mal que me puede hacer
Pero ya no quiero esto, ya no puedo esto
No me entiendo ni yo y no puedo estar así cada domingo.
Fuimos la misma sangre, pero hoy, casi no somos nada.
Un error, ¿tuyo? ¿mío?
Ya no lo sé. Ya no me importa
Quisiera saber que te pasa por la cabeza cada vez que me ves
Quisiera que dijeras todo, pero no sé si queda tiempo.
No sé cómo hago para amarte y odiarte, pero … está bien.
El perfume de tu ropa se impregna en mi nariz,
Todas las cosas que dejaste, y aún los recuerdos, se han vuelto malos.
Si tan sólo estuviera en mí saberlo, hacerlo.
Es posible que la gente sólo pueda ver tu lado más egoísta.
Yo también lo veo
Pero a veces, sólo a veces, podés ser más que eso.
Ya no quiero hablar, porque no quiero reclamarte nada
Tus intenciones nunca cambian, pero yo pensé que era posible que lo hicieran.
Ya no si me molesta o es que duele, pero realmente creo que se acerca el final
Porque esta vez quiero decir adiós, de una buena vez y por todas.
Dejarte ir.
Necesito dejar de pensar en las cosas y que me abandones de una vez.
Quiero que te esfumes antes de que empiece noviembre,
No expliques, no digas nada
Sé de más el mal que me puede hacer
Pero ya no quiero esto, ya no puedo esto
No me entiendo ni yo y no puedo estar así cada domingo.
Fuimos la misma sangre, pero hoy, casi no somos nada.
Un error, ¿tuyo? ¿mío?
Ya no lo sé. Ya no me importa
Quisiera saber que te pasa por la cabeza cada vez que me ves
Quisiera que dijeras todo, pero no sé si queda tiempo.
No sé cómo hago para amarte y odiarte, pero … está bien.
El perfume de tu ropa se impregna en mi nariz,
Todas las cosas que dejaste, y aún los recuerdos, se han vuelto malos.
Si tan sólo estuviera en mí saberlo, hacerlo.
Es posible que la gente sólo pueda ver tu lado más egoísta.
Yo también lo veo
Pero a veces, sólo a veces, podés ser más que eso.
Ya no quiero hablar, porque no quiero reclamarte nada
Tus intenciones nunca cambian, pero yo pensé que era posible que lo hicieran.
Ya no si me molesta o es que duele, pero realmente creo que se acerca el final
Porque esta vez quiero decir adiós, de una buena vez y por todas.
La manera en la cual el muchacho usaba la camisa, a la muchacha, no le parecía la correcta. Sin embargo, el sólo imaginarlo en ella le encantaba.
La camisa, negra como sus ojos, tenía dos pequeños bolsillos a la altura del pecho , charreteras y botones a presión . Eso!!! Eran los botones lo que la volvían loca de la camisa. Esa camisa o, mejor dicho, esos botones, le recordaban cualquier otra camisa que hubiera llevado él con la misma prendedura, pero un siglo antes. Esa prenda, increíblemente la transportaba a cuando eran dos chicos. De repente, recordaba las épocas pasadas, recordaba su bien y su mal. Aquellas fiestas paganas, que contenían los coqueteos de todos con todos y donde se traficaban drogas y el alcohol y donde ella, alejada del juicio, sumergía sus manos en sus camisas y ambos se sumergían en un juego histérico y absurdo que nunca llegaría a más.
Ahora lo piensa, ¡quizá es eso!, quizá quiere desprender su camisa, la negra o cualquier otra. Es posible que sólo le parezca divertido hacerlo. Pero, según su realidad, es más que eso. Su realidad le dice que es a él a quien quiere.
Tantea la caja de cigarrillos, descubre que le queda uno, recuerda que es domingo y son las 14 horas, ningún kiosco va a estar abierto, piensa. Sin embargo, el deseo de fumar y los difíciles pensamientos la invaden. <<¿cuándo pasó esto?>>, su pregunta clave. Aunque la clave la sabe de ante mano.
Quizá está salvada, quizá sólo lo desea.
No hay necesidad de pensar que lo ama. ¿Porqué de repente pensó en la palabra amor?. No hay por qué desesperance. ¿No hay por qué desesperance?
Prende el cigarrillo, evalúa las respuestas otra vez. Su diminuto ángel le dice que deje pasar las cosas. “Es lo mejor”, dice su diminuto ángel. Su gran demonio dice que se moje los pies. “Que podes perder”, dice su gran demonio. Se entremezclan las voces, hasta que deja de entender quién es quién y quién dice qué cosa. Un golpe fuerte la saca de pensamiento alguno. Espía por la mirilla de la enorme puerta de roble, pregunta quién es, quizá para corroborar, quizá por costumbre. Yo!, dice el muchacho.
Ella ya lo sabe, muerde sus labios, se mira al espejo, acomoda su remera y corre nuevamente a la puerta. Abre.
Durante los siguientes 80 minutos hablan de la semana. Ninguna imagen del muchacho, ni las pasadas, ni las presentes, ni aún las que podrían llegar a ocurrírsele, recorren la mente de la muchacha.
Durante los siguientes veinte años pierden los registros el uno del otro. Irónico. Durante el resto de la vida se desean a dos lados del mundo y a sólo unos metros de distancia.
La camisa, negra como sus ojos, tenía dos pequeños bolsillos a la altura del pecho , charreteras y botones a presión . Eso!!! Eran los botones lo que la volvían loca de la camisa. Esa camisa o, mejor dicho, esos botones, le recordaban cualquier otra camisa que hubiera llevado él con la misma prendedura, pero un siglo antes. Esa prenda, increíblemente la transportaba a cuando eran dos chicos. De repente, recordaba las épocas pasadas, recordaba su bien y su mal. Aquellas fiestas paganas, que contenían los coqueteos de todos con todos y donde se traficaban drogas y el alcohol y donde ella, alejada del juicio, sumergía sus manos en sus camisas y ambos se sumergían en un juego histérico y absurdo que nunca llegaría a más.
Ahora lo piensa, ¡quizá es eso!, quizá quiere desprender su camisa, la negra o cualquier otra. Es posible que sólo le parezca divertido hacerlo. Pero, según su realidad, es más que eso. Su realidad le dice que es a él a quien quiere.
Tantea la caja de cigarrillos, descubre que le queda uno, recuerda que es domingo y son las 14 horas, ningún kiosco va a estar abierto, piensa. Sin embargo, el deseo de fumar y los difíciles pensamientos la invaden. <<¿cuándo pasó esto?>>, su pregunta clave. Aunque la clave la sabe de ante mano.
Quizá está salvada, quizá sólo lo desea.
No hay necesidad de pensar que lo ama. ¿Porqué de repente pensó en la palabra amor?. No hay por qué desesperance. ¿No hay por qué desesperance?
Prende el cigarrillo, evalúa las respuestas otra vez. Su diminuto ángel le dice que deje pasar las cosas. “Es lo mejor”, dice su diminuto ángel. Su gran demonio dice que se moje los pies. “Que podes perder”, dice su gran demonio. Se entremezclan las voces, hasta que deja de entender quién es quién y quién dice qué cosa. Un golpe fuerte la saca de pensamiento alguno. Espía por la mirilla de la enorme puerta de roble, pregunta quién es, quizá para corroborar, quizá por costumbre. Yo!, dice el muchacho.
Ella ya lo sabe, muerde sus labios, se mira al espejo, acomoda su remera y corre nuevamente a la puerta. Abre.
Durante los siguientes 80 minutos hablan de la semana. Ninguna imagen del muchacho, ni las pasadas, ni las presentes, ni aún las que podrían llegar a ocurrírsele, recorren la mente de la muchacha.
Durante los siguientes veinte años pierden los registros el uno del otro. Irónico. Durante el resto de la vida se desean a dos lados del mundo y a sólo unos metros de distancia.
Febrero, mes que decide el resto de mi vida. Entiendo dejar todo lo que voy a dejar y me resulta imposible obviar el abandono.
Las místicas tardes encerrada del lado de adentro de la casa me enseñador a entender distinto que el resto de las personas los hechos.
Hoy lo sé, no hace falta que nadie disimule o me oculte la verdad: todos se fueron y se van, literalmente.
Siento que existe de alguna forma la manera, al menos la nimia manera, de tener una nueva oportunidad.
Quizá fui yo, quizá dejé que todos se fueran, pero mi culpa no sirve para hacer distintas las cosas. Lo que sé puedo hacer es fingir, fingir que no me importó la traición. ¿Porque decir traición? Quizá yo debería hacer lo mismo. Nada me dejaron los intentos de creer en lo que nunca fue mío. Los artificios en los que creí poder vivir no hicieron más que destruirme. Nada más: el final.
Exhausta, imposible seguir con los delirios. Sólo huyo en mis palabras y aún así no necesito a nadie.
Somos tan efímeros como el aire, ¿porqué necesitarnos?
Las místicas tardes encerrada del lado de adentro de la casa me enseñador a entender distinto que el resto de las personas los hechos.
Hoy lo sé, no hace falta que nadie disimule o me oculte la verdad: todos se fueron y se van, literalmente.
Siento que existe de alguna forma la manera, al menos la nimia manera, de tener una nueva oportunidad.
Quizá fui yo, quizá dejé que todos se fueran, pero mi culpa no sirve para hacer distintas las cosas. Lo que sé puedo hacer es fingir, fingir que no me importó la traición. ¿Porque decir traición? Quizá yo debería hacer lo mismo. Nada me dejaron los intentos de creer en lo que nunca fue mío. Los artificios en los que creí poder vivir no hicieron más que destruirme. Nada más: el final.
Exhausta, imposible seguir con los delirios. Sólo huyo en mis palabras y aún así no necesito a nadie.
Somos tan efímeros como el aire, ¿porqué necesitarnos?
Datos personales
"Me paso el día entero diciendo que estoy encantado de haberlas conocido a personas que me importan un comino. Pero supongo que si uno quiere seguir viviendo, tiene que decir tonterías de ésas"
The catcher in the Rye, J.D. Salinger
Buen viaje
Un poco más lejos
Termina la Tierra
Pasan los ríos bajo las barcas
La vida ha de pasarVicente Huidobro
...Pero ahora debo dejar de pensar en esas cosas y ver cómo me bajo del techo sin que abuelo me ensarte con el palo. Ya sé: iré por entre las canales de zinc como si fuera un gato, y cuando él menos se lo piense, me tiro de una canal y salgo corriendo. ¡Ah, si pudiera caerle encima a mi abuelo y aplastarlo! Él es el único culpable. Él. Por eso nos reunimos aquí yo y todos mis primos. Aquí, en el techo de la casa, como lo hemos hecho ya tantas veces: tenemos que planear la forma de que abuelo se muera antes de que le llegue la hora...
Celestino al alba (fragmento), Reinaldo Arenas
¡Comenzón de vivir, de ser siempre,
De escalar de una vez la montaña!
¿Quién os puso en la sangre? ¿Qué objeto
tengrán los deseos,tendrá la esperanza?
Cuando vivan la vida sin muerte
Perfectas y eternas, y libres las razas
¿Volveran, otra vez, a la sombra
como antes malditas, como antes esclavas?(Almafuerte)
Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir. crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atróz. La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre es la única. ¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las letras que usó el áspero norte para cantar sus mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las cosas comunes, los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar conmigo o no estar es la medida de mi tiempo.
Ya el cátaro se rompe sobre la fuente, ya el hombre se levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traido la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oir tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo
El amenazado, Jorge Luis Borges
Estar conmigo o no estar es la medida de mi tiempo.
Ya el cátaro se rompe sobre la fuente, ya el hombre se levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran por las ventanas, pero la sombra no ha traido la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oir tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo
El amenazado, Jorge Luis Borges
Viaje Boreal
"Sólo quien sufre permanentemente ha podido inventar semejante felicidad,
la felicidad de una mirada ante la cual se ha apaciguado el mar de la existencia
y que nunca se cansa de contemplar esa superficie, esa piel multicolor del
océano, delicada y estremecida".
De La gaya ciencia, Friedrich Nietzsche
De las soledades de la vida
La vida es una isla en un océano de soledad. Una isla con macizos de roca que son esperanza; sus árboles, son sueños; sus flores, soledad; y sus arroyuelos, sed..
Nuestra vida, hermanos míos, es una isla separada de todas las demás. Aunque muchas sean las naves que zarpen de sus costas hacia otros climas, por muchos barcos que toquen sus playas, seguimos siendo una isla soitaria que padece las angustias de la soledad y las ansias de la felicidad. Somos desconocidos para los otros, los de al lado, porque estamos muy lejos de su sinpatía y de su comprensión.
... Tu vida es una casa solitaria separada de las casas de los otros. En tu interior no penetra la mirada del vecino. Si se hundiese en las tinieblas, la luz de tu vecino no podría iluminarla. Si no tuviese alimentos, las despensas de tus vecinos no podrían llenarla. si estuviese en un desierto, no te sería posible pasar al jardín de los otros.
... Tu vida está atravesada por la soledad; y si no fuese por esa soledad y ese abandono, tú no serías tú ni yo sería yo... Llegaria a creer, al oir tu voz que es la mía; y al ver tu rostro, que soy yo mismo mirándome al espejo.
La voz del maestro, Khalil Gibrán.
Nuestra vida, hermanos míos, es una isla separada de todas las demás. Aunque muchas sean las naves que zarpen de sus costas hacia otros climas, por muchos barcos que toquen sus playas, seguimos siendo una isla soitaria que padece las angustias de la soledad y las ansias de la felicidad. Somos desconocidos para los otros, los de al lado, porque estamos muy lejos de su sinpatía y de su comprensión.
... Tu vida es una casa solitaria separada de las casas de los otros. En tu interior no penetra la mirada del vecino. Si se hundiese en las tinieblas, la luz de tu vecino no podría iluminarla. Si no tuviese alimentos, las despensas de tus vecinos no podrían llenarla. si estuviese en un desierto, no te sería posible pasar al jardín de los otros.
... Tu vida está atravesada por la soledad; y si no fuese por esa soledad y ese abandono, tú no serías tú ni yo sería yo... Llegaria a creer, al oir tu voz que es la mía; y al ver tu rostro, que soy yo mismo mirándome al espejo.
La voz del maestro, Khalil Gibrán.
Continuidad
No nombrar las cosas por sus nombres. Las cosas tienen bordes dentados, vegetación lujuriosa. Pero quién habla en la habitación llena de ojos. Quién dentellea con una boca de papel. Nombres que vienen, sombras con máscaras. Cúrame del vacío –dije. (La luz se amaba en mi oscuridad. Supe que ya no había cuando me encontré diciendo: soy yo.) Cúrame –dije.
Alejandra Pizarnik, Extracción de la piedra de la locura